Por sus parásitos los conoceremos

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Dibujo de científico con microscopio

Parásito, qué palabra tan fea, ¿verdad? La asociamos siempre a algo negativo y sin embargo, en este artículo vamos a ver que la realidad es más compleja y que la presencia de parásitos puede ser una señal de la buena salud de un ecosistema. El parásito es una pieza más, igual de importante que otras formas de vida y necesario para que haya equilibrio.

Los parásitos como marcadores biológicos: las incógnitas que resuelven los parásitos

Cualquiera de nosotros puede responder a preguntas sencillas tales como dónde has comido hoy o qué viajes has hecho últimamente. Los animales marinos no van a darnos una respuesta directa a esas cuestiones y los científicos se las ingenian para conseguir información. Puede sonar algo raro pero los parásitos son grandes aliados de los investigadores. El parásito es un organismo que vive en contacto con otros animales y con el ecosistema. Los investigadores pueden averiguar las pautas migratorias de peces o mamíferos, dónde se alimentan y cuáles son las áreas de cría gracias a los  parásitos que encuentran en ellos. Esto es posible porque cada región geográfica, cada sistema, tiene sus propios parásitos. El hospedador se mueve y los va adquiriendo. Si sabemos los parásitos que predominan en una zona, sabremos dónde ha estado ese pez. Así es como estos organismos se convierten en etiquetas naturales como las que utilizan los biólogos para marcar animales.

Siguiéndole la pista a los parásitos

El uso de parásitos como marcadores biológicos es importante en su aplicación en la gestión de poblaciones. Puede que las especies estén en peligro de extinción o que sean de interés comercial y se tenga que regular su pesca.  El seguimiento a través de parásitos conlleva algunas ventajas. Salvatore Mele, parasitólogo, explica que una de ellas es que este sistema es natural. El investigador sólo tiene que examinar los ejemplares que hayan muerto por causas naturales o hayan sido pescados para el consumo humano. Como desventajas enumera que hay muchos parásitos que son desconocidos por lo que primero debe hacerse un estudio sobre la etiqueta antes de validarla. Otro inconveniente es que algunos parásitos tienen un ciclo de vida breve y no son adecuados como marcadores.

Dime quién te parasita y sabré cuál es tu dieta

La información que se obtiene estudiando los parásitos que va adquiriendo un animal es un complemento valioso en los estudios biológicos. Como ejemplo Salvatore Mele señala los estudios sobre biología trófica, esto es, sobre la dieta de los animales objeto de análisis. “Identificar las piezas que hay en el estómago de los animales es un trabajo muy difícil. Tienes que tener la suerte de que las hayan ingerido recientemente”. Salvatore Mele señala que la presencia de ciertos parásitos ayuda a determinar qué  presas capturan los depredadores porque muchos parásitos se encuentran exclusivamente en una o pocas especies  depredadas. Así, sabemos que la caballa del sur Scomber colias se alimenta de medusas. Aunque éstas se degradan rápidamente porque son riquísimas en agua, sabemos que son la dieta de la caballa del sur porque ésta se infecta con algunos parásitos que se enquistan en las paredes de las medusas.

¿Dónde comemos hoy?

Entender los ciclos biológicos de los parásitos y conocer sus hospedadores nos ayuda a determinar las zonas donde acude a comer ese pez. Por ejemplo, en el Mediterráneo las larvas de Anisakis physeteris infectan mayoritariamente a los peces de profundidad, mientras aquellas de Anisakis pegreffii viven sobre todo en peces de aguas superficiales. “Viendo si están los dos tipos de Anisakis y en qué porcentaje, da una idea de dónde se alimenta el animal. Si baja de los 200 metros de profundidad o si está por encima”. Toda esta información se va sumando y contribuye a perfilar el comportamiento trófico. El estudio de los parásitos también será útil para conocer el comportamiento migratorio y el comportamiento social. Por ejemplo, el uso de parásitos como marcador biológico ha permitido a los etólogos hacer una estimación acerca de la mezcla entre grupos de peces. “Si viajan juntos, irán a comer juntos y si lo hacen en una región determinada, con un parásito muy específico que entra a través de la dieta, estos peces ya están marcados, y aunque cambien de grupo o de asociación sabremos donde han estado”. Esta cuestión es importante para establecer si ha habido intercambio genético entre dos familias o grupos de peces que han nacido en zonas distintas y si luego consiguen reconocerse en esas zonas y crear bandos.

En las siguientes ilustraciones vemos ejemplos de parásitos que Salvatore Mele encontró en atunes rojos pescados en Cerdeña, y que nos dan pistas de dónde estuvieron estos atunes antes de entrar en el Mediterráneo.

Los guardianes de los ecosistemas

El uso de parásitos como marcadores también puede aplicarse a la protección de ecosistemas. El parásito necesita de un hospedador, pero también precisa que la zona donde vive esté en condiciones óptimas. Algunos contaminantes pueden acabar con los parásitos de una determinada área así que una manera sencilla de detectar los cambios de la parte física es realizar una medición de contaminantes y, en la parte ecológica, comprobar si el parásito centinela es abundante o no.

Explica Salvatore Mele que en México han observado una estricta asociación negativa entre la mayor concentración de una molécula de pesticida, el DDT, en algunos ríos de la península del Yucatán, y la presencia de algunos parásitos que normalmente infectan los peces que viven en las bahías donde desembocan esos ríos. Del mismo modo algunos científicos están monitorizando la recuperación del ecosistema de las costas ibéricas después del desastre naval del Prestige en el Golfo de Vizcaya, que derramó en el área ingentes cantidades de petróleo. En vez de realizar muestreos diarios de la calidad del agua se observa la cantidad de parásitos presentes en la zona. El hecho de que disminuya su presencia indica que hay un problema, mientras que si se hallan dentro de la normalidad es que las cosas van bien en el ecosistema.

Entonces la próxima vez que oigas la palabra “parásito”, acuérdate de que los parásitos no son tan malos como parecen. Son una parte íntegra del complejo entramado ecológico de los océanos, y un valioso aliado de los científicos por la información que encierran.